jueves, 20 de mayo de 2010

CORRIENTES DE PENSAMIENTO EN LA ANTROPOLOGIA CULTURAL.

Desde hace casi cien años los antropólogos conviven con los pueblos que estudian. Al principio había pocas personas tan aventureras –casi se podría decir que temerías. Pero, poco a poco, creció su número cuando cada vez más personas aceptaban el reto de vivir un año en un lugar que normalmente resulta muy distante, prescindiendo de las comodidades acostumbradas, con el fin de estudiar cómo vivían y pensaban otros pueblos. La idea fundamental era aumentar nuestros conocimientos de forma que algún día pudiéramos llegar a entender por qué el comportamiento humano podía ser tan diferente y al mismo tiempo tan parecido en distintas épocas históricas y lugares. La bibliografía antropológica recoge la descripción de cerca de 2000 sociedades diferentes. Esta inmensa cantidad de información constituye nuestra base de datos sobre la variación cultural. La elección del aspecto en el que va a centrar su estudio normalmente refleja el enfoque teórico del investigador, su campo específico o su método de investigación predilecto. Un enfoque teórico es una actitud general acerca de cómo se pueden explicar los fenómenos culturales. En la antropología, como en todos los campos del saber, continuamente aparecen y desaparecen nuevas ideas. Un enfoque teórico aparece otro nuevo que lo desbanca. Muy a menudo una corriente nueva estará centrada precisamente en aquellos aspectos de un problema que la corriente anterior había relegado a un segundo plano. En nuestra descripción de las orientaciones teóricas que han surgido desde el nacimiento de la antropología cultural seguiremos un orden cronológico a grandes rasgos. En nuestra descripción de cada escuela haremos hincapié en los tipos de información o en los fenómenos más importantes. Algunas de estas orientaciones pertenecen al pasado, pero otras todavía cuentan con seguidores.
En los comienzos de la antropología, la interpretación mayoritaria era que la cultura generalmente se desarrollaba de manera uniforme y progresiva. Se pensaba que la mayoría de las sociedades pasaban por las mismas etapas hasta llegar a un estado final común. Según esta teoría, las razones para los cambios se encontraban en la sociedad desde el principio y por ello el curso de las transformaciones estaba determinado desde su interior. Eduard B. Taylor (1832-1917) y Lewis Henry Morgan (1818-1889) son dos antropólogos del siglo XlX cuyos escritos son un claro ejemplo de la teoría de que la cultura evoluciona de manera uniforme y progresiva. Taylor decía que toda cultura evolucionaba de simple a compleja y que todas las sociedades pasaban por tres etapas evolutivas básicas: del salvajismo a la barbarie hasta culminar la civilización. Por ello el progreso era posible en todas las sociedades. Como explicación de las diferencias culturales, Taylor y otros evolucionistas decían que las diferentes sociedades contemporáneas se encontraban en fases evolutivas distintas. De acuerdo con esto se pensaba que los pueblos más simples se parecían a las sociedades del pasado. En las sociedades más avanzadas según Taylor, se encontraban marcas de la evolución cultural en las llamadas supervivencias, restos de tradiciones anteriores sobrevivían en las culturas actuales. La alfarería seria una de estas supervivencias, tal y como las definía Taylor. Taylor creía que existe una especie de unidad psíquica entre todos los pueblos, que explicaría el por qué de los paralelismos en la evolución de las diferentes tradiciones culturales. Otro defensor de la evolución cultural progresiva y uniforme fue Lewis Henry Morgan. Siendo abogado en el estado de New York, empezó a interesarse por los indios iroqueses de la región y defendió sus reservas en un pleito sobre la cesión de tierras. En señal de gratitud, los indios iroqueses adoptaron a Morgan. En su libro más conocido, Ancient Society, Morgan defendió la existencia de varias fases en la evolución de una cultura. Por ejemplo, mantuvo que la familia se desarrolló en cinco etapas. La organización de la sociedad empezó con una horda que vivía en promiscuidad sin restricciones sociales ni estructura familiar. En la etapa siguiente un grupo de hermanos se casaba con otro de hermanas y el matrimonio entre hermanos estaba permitido. En la tercera etapa se llevaban a cabo matrimonios entre grupos, pero no se permitía que los hermanos se casaran entre sí. En la siguiente etapa, que correspondía a la etapa de barbarie, se daban parejas de hombre y mujer a los que unía un vínculo poco firme y que todavía convivía con otras personas. A esto, le siguió la familia dominada por el hombre, en la que el marido podía tener más de una mujer al mismo tiempo. Finalmente, la familia de la civilización se caracterizaba por constar de una pareja monógama, en la que el hombre y la mujer convivieran en una relación de igualdad. A Karl Marx le llamaron la atención los paralelismos existentes entre el evolucionismo de Morgan y su propio modelo histórico. Marx y su colaborador Friedrich Engels diseñaron una teoría por la cual la monogamia, la propiedad particular y el estado eran los responsables principales de la explotación de la clase trabajadora en la sociedad industrial. Marx y Engels ampliaron el modelo evolucionista de Morgan para incluir un estado futuro en el que la monogamia, la propiedad particular y el estado dejarían de existir, dejando paso así al comunismo de la sociedad primitiva.
Los comienzos del siglo XX trajeron consigo el fin del reinado de la teoría evolucionista. Su principal detractor fue Franz Boas (1858-1942) cuya principal crítica a la teoría evolucionista se centraba en la idea de que la cultura humana se regía por leyes universales. Boas señaló que los científicos del siglo XlX carecían de datos suficientes para formular generalizaciones fiables. Boas formó prácticamente solo toda una generación de antropólogos norteamericanos. Boas hizo hincapié en la aparente complejidad de la variación cultural y quizás fuera por ello por lo que creía que era prematuro formular leyes universales. Boas pensaba que se debía estudiar características aisladas en el contexto de la sociedad en la que aparecían. Boas en 1896 publicó un artículo titulado las limitaciones del método comparativo en la antropología en el que explicaba sus objeciones al evolucionismo. El decía que los antropólogos debían dedicar menos tiempo a crear teorías basadas en datos insuficientes. Aseguraba que solamente se podían proponer nuevas teorías una vez que se hubieran recopilado e interpretado suficientes datos. Boas pensaba que si se recopilaba una gran cantidad de datos, las leyes que gobernaban las diferentes culturales se revelarían de forma automática. Según el método que el proponía la base de la ciencia consistiría en no fiarse de ninguna expectativa y creer solamente en los hechos.
A finales del siglo XlX y principios del XX, cuando el evolucionismo de Taylor y Morgan aun gozaba de gran popularidad, el difusionismo empezó a atraer a antropólogos de varios países. Las escuelas más influyentes fueron la británica y la autrogermana. La escuela británica difusionista afirma que la mayoría de las características de las civilizaciones más avanzadas se podían encontrarse ya en Egipto y a partir de allí se irían difundiendo a otros pueblos, a medida que estos entraban en contacto con Egipto. Los difusionista ingleses pensaban que el desarrollo paralelo de una característica concreta en dos partes del mundo distantes entre sí era extremadamente poco común. Los pueblos, según ellos, por naturaleza tienen poca capacidad inventiva y prefieren copiar un invento de otra cultura antes que desarrollar sus propias ideas. Este punto de vista nunca obtuvo gran apoyo, y en la actualidad ha sido abandonado por completo. La escuela difusionista autrogermana sugirieron que las características culturales se podían difundir en grupo o en forma individual a través de grandes distancias. La escuela británica difusionista piensan que todas las características culturales tenían un origen común (Egipto) y desde allí se difundieron a otras culturas en todo el mundo, la escuela austrogermana defendían la existencia y difusión de varios complejos culturales diferentes.
En biología, las diferentes partes de un organismo se pueden describir atendiendo a sus funciones, al papel que juegan para mantener la vida del organismo entero. El funcionalismo en ciencias busca la función que tiene algún aspecto de la cultura y de la vida social para mantener un sistema. Existen dos escuelas del funcionalismo bien diferenciadas que se crearon en torno a sendos antropólogos británicos, Bronislaw Malinowski (1884-1942) y Arthur Reginald Radclffe-Brown (1881-1955). El modelo funcionalista de Malinowski parte de la base de que todas las características culturales sirven a las necesidades de los individuos que forman parte de la sociedad. Esto supone que la función de una característica cultural es satisfacer alguna necesidad básica o derivada de los miembros del grupo. Al contrario que Malinowski, Radcliffe-Brown pensaba que los diferentes aspectos del comportamiento de una sociedad, más que satisfacer las necesidades individuales, son la base de la estructura social de la sociedad. Con el término de estructura social se refería a la totalidad de las relaciones sociales en una sociedad. La crítica principal al de Malinowski es que no puede explicar la variación cultural. La mayoría de las necesidades que identificó como la alimentación, son universales.
En los años veinte, algunos antropólogos estadounidenses empezaron a estudiar la relación entre cultura y personalidad. Aunque hay diferentes teorías acerca del origen de la escuela de cultura y personalidad, no cabe duda de que las obras de Sigmund Freud y otros psicoanalistas jugaron un papel importante en su nacimiento. Edward Sapir, uno de los primeros discipulos de Boas, reseñó varios libros sobre el psicoanálisis y parece haber tenido una gran influencia sobre otros dos discipulos de Boas, Ruth Benedict y Margaret Mead, que fueron unas de las primeras defensoras de la orientación psicológicas. En su libro Patterns of Culture Benedict defendía que no solamente existían ciertos patrones culturales en los pueblos, sino que estos podían ser descritos de acuerdo a diferentes tipos de caracteres. Mead no intentó describir las sociedades de acuerdo con diferentes tipos de personalidades. Para Mead igual que Benedict, existe una estrecha relación entre la cultura y la personalidad. Después de haber estudiado tres pueblos de Nueva Guinea, Mead afirmó que cada uno de estos pueblos presentaba diferencias de personalidad de acuerdo con el sexo. En otras palabras, las mujeres y los hombres mostraban diferencias psicológicas, pero estas diferencias no eran iguales en los tres pueblos. En varios seminarios celebrados durante los años treinta y cuarenta en la Universidad de Columbia, el antropólogo Ralph Linton y el psicoanalista Abram Kardiner desarrollaron ideas importantes para los estudios de la cultura y la personalidad Kardiner afirmó que en todas las culturas existe una personalidad básica que es el fruto de ciertas experiencias compartidas. Estas experiencias compartidas son el fruto de las instituciones primarias de la sociedad, que tienen que ver con las formas tradicionales de ganarse un sustento, la composición de una familia y las costumbres relacionadas con la educación de los niños. Por otra parte, la estructura básica de la personalidad da origen a otros aspectos de la cultura, llamados instituciones secundarias, que se crean con el fin de satisfacer y reconciliar las necesidades y conflictos que constituyen la estructura básica de la personalidad. Estos aspectos, que incluyen la tradición popular, la religión y los rituales, son considerados secundarios porque presumiblemente provienen de la estructura básica de la personalidad.
El enfoque evolucionista no murió en el siglo XlX. En 1930 Leslie A. White criticó el énfasis de Boas en el particularismo histórico y promovió un enfoque evolucionista. A pesar de que su enfoque fue denominado neoevolucionismo, White rechazó este término, insistiendo que su enfoque no se alejaba mucho de las teorías del siglo XlX. Al enfoque evolucionista clásico White le añadió la concepción de la cultura como un sistema capturador de energía. Según su ley básica de la evolución cultural, en el caso de que los demás factores permanezcan constantes la cultura evoluciona a medida que aumenta la cantidad de energía por persona utilizada todos los años, o en la medida que aumenta la eficacia de los instrumentos utilizados para sacar provecho de la energía. Julian H. Steward, otro evolucionista tardío, dividió el pensamiento evolucionista en tres escuelas: Unilenial; Universal; Multilineal. Marshall Shalins y Elman Service estudiantes y compañeros de White y Steward, combinaron las opiniones de ambos y distinguieron entre dos tipos de evolución: específica y general. La evolución específica se refiere a la secuencia de cambios y adaptaciones de una sociedad particular a un medio en concreto. La evolución general se refiere al progreso general de la sociedad humana en la que las formas más avanzadas evolucionan de formas inferiores y las sustituyen. De esta forma la evolución específica de Steward, mientras que la evolución general se parece a la evolución universal de White.
Claude Levi Strauss ha sido el representante más destacado del enfoque conocido como estructuralismo. Su estructuralismo se diferencia del de Radcliffe-Brown. Mientras que Radcliffe-Brown estudiaba principalmente como los elementos de una sociedad funcionan como un sistema. Levi Strauss centró su atención en el estudio del origen de los sistemas mismos. Para él la cultura, tal y como se expresa en el arte, los ritos y los patrones de la vida diaria, es una manifestación de la estructura de la mente humana. El estructuralismo no solamente ha influido en el pensamiento francés, sino también en el británico. Algunos escritos estructuralistas han recibido críticas por llevar a cabo análisis demasiado teórico y puntuales, descuidando la observación e información etnológica sólida. El enfoque estructuralista de Levi Strauss implica definir de forma intuitiva las reglas del pensamiento sobre las que se puede cimentar una cultura determinada. La etnociencia intenta llegar a estas reglas mediante análisis lógico de datos etnográficos, datos que se intenta proteger al máximo de los propios prejuicios del investigador. La etnociencia es similar al enfoque de Levi Strauss ya que ambos fueron influidos por la metodología de la lingüística descriptiva. Pero aquí acaba la similitud. Más que recoger datos partiendo de unas categorías antropológicas predefinidas, el etnocientifico intenta comprender un pueblo desde el punto de vista del mismo. Utilizando lo que haya podido encontrar a través del estudio de su idioma, especialmente en lo que se refiere a las palabras que utilizan para describir lo que hacen, el etnocientifico intenta formular las leyes que generan un comportamiento aceptable en esa sociedad. Algunos antropólogos se interesan principalmente por la influencia del entorno en la cultura. Julian Steward fue uno de los primeros defensores del estudio de la ecología cultural, el análisis de la relación entre una cultura y su medio. Steward pensó que la explicación de algunos aspectos de la variación cultural podía estar ligada a la adaptación de los pueblos a un medio concreto. Al igual que la ecología cultural, la escuela conocida como economía política parte de la base de que la explicación de por qué las sociedades cambian y se adaptan pueden ser halladas en factores externos.La idea de que la selección natural puede influir en las características sociales y de comportamiento de una sociedad es común a la ecología cultural y a otra corriente teórica, más reciente, llamada ecología del comportamiento. Desarrollada principalmente por biólogos, de los insectos sociales, la ecología del comportamiento o sociobiólogía aplica los principios de la evolución biológica al comportamiento social de los animales, incluyendo a los hombres. Algunos antropólogos culturales han empleado la teoría de la ecología del comportamiento para explicar algunos aspectos de la variación cultural. La ecología cultural se centra principalmente en lo que los biólogos denominan selección de grupo. La ecología del comportamiento centra su atención sobre los que los biólogos denominan selección individual. A partir de los años sesenta algunos críticos literarios han influidos en el desarrollo de la variedad interpretativa de la antropología cultural, especialmente por lo que a la etnografía se refiere. Algunos antropólogos opinan que la interpretación es el único objetivo realista de la antropología cultural, ya que es imposible describir y medir los fenómenos culturales de forma objetiva y no sesgada. Los antropólogos científicos no están de acuerdo con esto. Desde luego que las etnografías interpretativas pueden llevarnos a algún descubrimiento, pero no tenemos por qué creernos lo que sugiere la interpretación, aunque ésta esté redactada en los términos más convincentes. Un número cada vez mayor de antropólogos culturales contemporáneos asegurarían que no prefieren ninguna orientación teórica, ningún campo de estudio y ningún método de investigación particular. Más bien dirían que su orientación corresponde a la verificación de hipótesis. Estos antropólogos pueden basarse en cualquier teoría y utilizar cualquier de los métodos existentes. Su objetivo principal es poner a prueba las posibles explicaciones porque piensan que cualquier explicación debe ser expuesta a la posibilidad de ser negada con ayuda de datos recogidos de forma sistemática. Mientras no se haya examinado de esta forma, los antropólogos pueden y deben advertir que debemos aceptar la explicación con cierto escepticismo. Para aquellos que comparten esta orientación el atractivo o la lógica de una explicación no pueden constituir razón necesaria para aceptarla; la explicación debe ser puesta a prueba y contrastada con datos. Incluso si los datos parecen confirmarla todavía puede haber motivos para la cautela. Según esta orientación, todo saber es incierto y por ello debe estar sujeto a una confirmación creciente o disminuyente a medida que se va sometiendo a nuevas pruebas. Si esto es cierto, lo cual resulta algo incómodo, esto significaría que nunca podremos llegar a verdades absolutas. Por otra parte, y esto resulta motivador, deberíamos poder llegar a unos conocimientos cada vez más fiables si ponemos a prueba nuestros conocimientos una y otra vez.

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